TU OMBLICO, CAPITAL DEL MUNDO
Salí de tu casa.
CaminÉé a lo largo de la playa.
La mañana cautiva en alguna parte
mas allá del mar.
se negaba a venir.
Dichoso por los cuatro costados
me senté a tomar café
en la taberna de los asesinos.
Me ofrecieron un ron
un balazo
y una mujer.
me negué.
Pensaron que yo era el rey mortal
de un hampa peligrosa
y me regalaron con la vida
(Es el mayor don que un
asesino puede hacer a otro)
Después alguien sospechó
que yo era un poeta de la muerte
y me echaron a patadas.
(En el reino del hampa nadie se
burla de la muerte-me dijeron-)
En la fuente pública lavé mis heridas.
En el hotel me desearon "buenos días"
y la mirada del portero me requisó
los secretos de la noche.
Subí al ascensor.
Contemlplé en la terraza
las ultimas estrellas
las palmeras
la ciudad inocente
asaltada por ladrones
y grillos en fuga.
Una paz inhumana viajaba en las calles
y los primeros buses
hacia la guerra del día.
Al fin pienso en tu cuerpo abandondado
hace poco
cansado por el triunfo del amor.
Ya no estoy
y sin embargo estoy en tu nostalgia
en el dolor de mis dientes en tu carne
violada por mi apetito.
Te abrazas a tus senos como al remordimiento
y en tu cuerpo ultrajado me quedo
como quien pierde el último tren
que parte a la estación del frío
y al barrio de los hospitales.
Varado junto a tu puerta
te pido entrar
para volver al paraíso por tu sexo
donde habitan todas las estaciones
y el olvido de la muerte.
Son las 5:00 a.m en el coche del lechero.
Dormir eternamente
anclado en la bahía de tu ombligo
cielo negro de libertad
orilla onda de la memoria
donde te olvido
y me olvido...
para recordar la gloria del presente.
GONZALO ARANGO, Colombia
CaminÉé a lo largo de la playa.
La mañana cautiva en alguna parte
mas allá del mar.
se negaba a venir.
Dichoso por los cuatro costados
me senté a tomar café
en la taberna de los asesinos.
Me ofrecieron un ron
un balazo
y una mujer.
me negué.
Pensaron que yo era el rey mortal
de un hampa peligrosa
y me regalaron con la vida
(Es el mayor don que un
asesino puede hacer a otro)
Después alguien sospechó
que yo era un poeta de la muerte
y me echaron a patadas.
(En el reino del hampa nadie se
burla de la muerte-me dijeron-)
En la fuente pública lavé mis heridas.
En el hotel me desearon "buenos días"
y la mirada del portero me requisó
los secretos de la noche.
Subí al ascensor.
Contemlplé en la terraza
las ultimas estrellas
las palmeras
la ciudad inocente
asaltada por ladrones
y grillos en fuga.
Una paz inhumana viajaba en las calles
y los primeros buses
hacia la guerra del día.
Al fin pienso en tu cuerpo abandondado
hace poco
cansado por el triunfo del amor.
Ya no estoy
y sin embargo estoy en tu nostalgia
en el dolor de mis dientes en tu carne
violada por mi apetito.
Te abrazas a tus senos como al remordimiento
y en tu cuerpo ultrajado me quedo
como quien pierde el último tren
que parte a la estación del frío
y al barrio de los hospitales.
Varado junto a tu puerta
te pido entrar
para volver al paraíso por tu sexo
donde habitan todas las estaciones
y el olvido de la muerte.
Son las 5:00 a.m en el coche del lechero.
Dormir eternamente
anclado en la bahía de tu ombligo
cielo negro de libertad
orilla onda de la memoria
donde te olvido
y me olvido...
para recordar la gloria del presente.
GONZALO ARANGO, Colombia
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